Me quedo con el sol… porque ha llegado el invierno

Hace unos años, cuando de un día para otro el otoño pasaba de sus románticos tonos ocre a un permanente gris oscuro (gris ratón, dice mi mami), algo en mi estado de ánimo se desconectaba y en ese estado permanecía hasta cuando volvían los primeros tonos verdes de la primavera. Es decir, pasaba todo el invierno con el cable de la energía desconectado y alejado del enchufe emocional que produce la alegría.

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Me entusiasma sorprenderme a mí misma, por eso hablar de cómo he decidido asumir los inviernos es una gran sorpresa, especialmente para mí. Y es que las decisiones importantes en la vida no solo son el resolver ahogarse en una hipoteca de por vida, o mudarse con la tía solterona; comprar un Ferrari, o alquilar una bicicleta; ir a la universidad, o hacerse un artesano callejero. No. Es verdad que dar pasos en éstos sentidos nos marca ciertos derroteros, pero las decisiones que considero verdaderamente importantes son las que nos llevan a vivir, o no vivir; las que se toman desde dentro, que se quedan dentro y se manifiestan fuera.

De tal forma que decidir VIVIR, así, con mayúsculas, con todas las letras, con todo el sentir, con toda la fuerza, con todas las ganas que llevamos dentro, es sólo nuestra elección y nuestra decisión. Yo he elegido ver el sol a través de la lluvia y he optado por ver más allá de las nubes. Me he comprometido conmigo misma a no olvidar esta elección y a refrendar mi decisión todos los días en que los truenos avisen tormenta. Pueden pasar carros y carretas, vientos y huracanes, sombras y tinieblas, que si he decidido asumir mi existencia de manera en que nada me derrumbe el ánimo, la moral, la autoestima, o los sueños. . . ¡nada lo hará! ¿por qué? pues porque ya no lo quiero así.

Y, pensándolo bien, hacer el ejercicio de llevar siempre conmigo ese enchufe me está permitiendo asumir con alegría los días que antes me parecían tristes; descubrir de nuevo, como cuando era niña, la magia que encierra caminar bajo la lluvia; disfrutar de la sensación de seguridad que me da vivir mi nido sintiendo el calor del hogar que me regalo; y reconocer, una vez más, que el nunca llovió que no escampara es la certeza de que de nada vale, ni me ha valido sufrir por las cosas que ni pude, ni puedo cambiar. Lo que sí puedo cambiar es la manera de ver lo que la vida me regala venga del color que venga; porque el sol está en mí y en mi particular manera de mirar a las nubes, porque la luz soy yo y está donde yo he decidido quedarme: en el AQUÍ y en el AHORA.

7 comentarios en “Me quedo con el sol… porque ha llegado el invierno

  1. Buenísima decisión, dicen por ahí que los días deben calificarse como fríos, lluviosos, soleados, calurosos pero que los días tristes son aquellos en que se nos muere alguien….

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  2. Por circunstancias de la vida, hace mucho, muchísimo tiempo, que me he propuesto VIVIR así, con mayúsculas. Sin pensar en qué será de mi mañana, ni siquiera, a qué dedicaré mi tiempo esta misma tarde. La vida me ha mostrado su voraz y cruel fragilidad. Y no estoy dispuesta a convertirme en un puñado de añicos de tristeza, sufrimiento, nostalgia e inquietud.

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  3. …Si, algunos olvidamos, de acuerdo con las circunstancias, el vivir felices para nosotros mismos… sin importar lo demás (clima, relaciones, trabajo, familia, etc..). Gracias por recordarme que lo más importante soy yo misma.

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