→Cuando pienses en mí, cierra los ojos. Si mi recuerdo dibuja una sonrisa en tu rostro, busca un lugar tranquilo y aquieta tu mente para imaginarme. Será una buena señal si al hacerlo me escuchas reír y sientes que algo se te mueve dentro, en ese espacio sublime en el que todos dicen que habita el alma;
y entonces, guarda mi gesto allí, alejado de la contaminación de las conveniencias.
Cuando pienses en mí, cierra los ojos y apréciame con esa sutileza que va más allá de las fachadas, con la mirada que siente lo que llevamos dentro y no con los ojos que sólo observan lo que llevamos puesto. Será una buena señal si al hacerlo encuentras concordancias;
y entonces, busca un lugar en ese espacio etéreo que todos llaman sentimiento y guarda esa imagen allí, lejos de explicaciones cabales.
Cuando pienses en mí, cierra los ojos y busca los míos. Será una buena señal si con ese lenguaje de las sensaciones adivinas convergencia y comprendes que el verdadero valor de nuestro encuentro está en esa fuerza cósmica que hace de la casualidad la verdadera causalidad;
y entonces, respira profundo y guarda esa percepción en tu corazón, ese lugar en el que todos dicen que anida el mejor sentimiento humano.
Si piensas en mí y adviertes que el significado de la complicidad sólo habita bajo la piel, porque el amor, cuando es del bueno, se vive al cerrar los ojos; entonces sabrás que soy más de lo que ellos ven y de inmediato comprenderás que soy loca, mas no demente; que soy sensible, mas no llorona; que soy niña, pero no infantil; que soy tierna, pero no cursi; que soy libre, pero no libertina; que soy noble, pero no tonta; que soy leal, pero no devota; que soy realista, pero no apocalíptica; que soy alegre, pero no inconsciente; que soy confiada, pero jamás ilusa.
Si me imaginas y te gusta lo que sientes en tu delirio, será una buena señal que está ahí para decirte que puedes enamorarte de mí con los ojos cerrados
y entonces
ven, toma mi mano y caminemos juntos porque es ahora el encuentro. Porque es éste el momento. No esperes a otra vida que quizá no venga. No dejes la suerte para cuando tus ojos ya no me reconozcan, o cuando nuestras almas ya no coincidan; porque entonces, quizá, la vida ya no sea nuestra.
Ahora es el instante. Ven, toma mi compañía y trae tus sueños. Toma mi risa y trae tus anhelos. Ven conmigo y vamos a vivir lo que nos queda