→Me permito seguir soltando corsés, aflojando nudos y perdiendo lastres en cada cuesta, pues para cuando mi espalda comience a curvarse, he de tener mi mochila más libre, más sutil, menos molesta, más ingrávida.
Me permito no entrar en pánico por los kilos de más, no espantarme ante las arrugas que me va mostrando el espejo en las mañanas, no deprimirme ante la flojera de la piel, ni aterrarme ante los pasos que gradualmente se irán haciendo lentos. . . Me permito no asustarme de vivir y lo que esto implica, porque a eso vine y en ello estoy.
Me permito la risa y seguir viviendo sin levantar el pie del acelerador. No será demasiado el tiempo que me quede como huésped de este planeta y al final, lo único que realmente me valdrá la pena serán los millones de momentos en que me reí de la vida y con la vida. . . Me permito la irreverencia, el humor negro, el blanco y el colora‘o, el sarcasmo y el humor absurdo, hacer el ridículo de vez en cuando, reírme de mi misma, de todo, porque sí y ¿por qué no? y burlarme del puto mundo incoherente que tanto nos ha jodido y acomplejado para no dejarnos ser.
Me permito poner mis fracasos sobre la mesa sin taparlos como el gato que esconde su mierda y concederme la condición humana de cometer errores sin recrearme en el autorreproche (no hay trajes de santa a mi medida). He aprendido que las decisiones desafortunadas no llegan solas si no que traen consigo aprendizaje y evolución; así que no me voy a frustrar cuando la terquedad de mi condición acalle a mi intuición y caiga de cabeza en una derrota, pues he de permitirme la indulgencia y no castigarme en la habitación oscura, porque sé que todo está dado como parte de mi crecimiento personal. . . Me permito perder el miedo a meter la pata las veces que sea necesario y no juzgarme por hacerlo; ya conozco los límites de lo que está bien y lo que no y he aprendido que exagerar en la condescendencia a los demás, raya en la frustración.
Me permito llorar y seguir llorando, sufrir y seguir sufriendo por lo que me desborda, por lo que no entiendo, por lo que me hiere, por lo que hago mal, por lo que a veces pierdo irremediablemente y por lo que aunque quiera -y me empeñe-, no pueda ser, ni hacer. . Me permito la sensibilidad, la debilidad, la impotencia, la frustración, estar triste a veces. . . ¡sentir y seguir sintiendo!. . . Me permito las lágrimas ¡todas las lágrimas! las de risa, las de tristeza, las de emoción, las de impotencia, las de felicidad o las de dolor; inundar mis ojos con las de hoy y con las siguientes que vendrán para abonar mi corazón, para ablandarlo, para hacerme recordar que no todo está en mis manos, que no lo controlo todo, que hay robles que no puedo doblar, puertas que no debo cruzar y roles que no puedo jugar, que todo pasa y que cuando pasa, es por y para algo. . . Me permito los amores y sus dolores, la impotencia de no conseguir un mundo mejor para vivirlo con los que han venido a tejer mi red particular y, llorar de alegría y reír hasta el llanto, porque en esas lágrimas me reafirmo en el sentir de que estar aquí me vale la pena.
Me permito enamorarme hasta los huesos y que me duela hasta el pelo cuando Cupido no acierta con sus flechas, o perder la cordura cuando algo en el universo me dice que acerté en la Diana. . . Me permito más páginas en blanco para escribir historias de novela, para pintarlas con pasión, con locura, con color, con soles y con lunas. . . Me permito más piel con conciencia, más amor sin importar el tiempo que dure, pues ya conozco esos sentires y los prefiero antes que dejar que el miedo me convierta en piedra. . . Me permito más amores que me recuerden que estoy viva, más nudos en la garganta y muchas, muchas más mariposas en el estómago porque sí, porque no, porque tal vez, porque no fue, porque fue, porque es o porque ya no será más. . . Me permito todas las historias que sean necesarias porque ya sé que detrás de cada una vienen más encuentros, más despertares, más ternura, más descubrimientos, mas cosas nuevas, más experiencias, más magia, más risa, ¡más vida! ¡No me importa aprender de nuevo todo!. . . Me permito brindar por los amores que se fueron, que me dieron tanto y que me ayudaron a crecer, amar a los de hoy por la oportunidad de aprendizaje que me regalan, me otorgo el derecho de soñar con los que están por venir y abrir mis brazos para atesorar la sabiduría que me traerán, y me concedo la alegría de soñar con el que estará tomando mi mano cuando me vaya, pues prefiero pensar que ese día seré bien amada y no entregarme desde ya al abandono.
Me permito vivir todo, ¡sentir todo! no escandalizarme ante nada y aun así no dejar de sorprenderme con los malos de cada película revelada, ni de admirarme con tanta y tanta gente buena que descubro a diario; quiero seguir siendo amiga de los milagros y sentir que yo misma soy uno. . . Me permito ver la magia, el encanto, la belleza, la oportunidad, el aprendizaje que me suponen los nuevos encuentros, los nuevos amigos, las nuevas tierras, los nuevos libros, los nuevos regalos, la nueva vida que descubro en cada despertar.
Me permito ir por las calles oscuras -porque estoy segura que una legión de almas me cuidan-, seguir retenida en todos esos ojos dulces que acompañan mis pasos y vivir conectada a las manos buenas que se extienden para sujetarme como flores que sostienen a sus pétalos. Cada día quiero vivir permitiéndome aprender un poquito más sobre lo que es agradecer, reconocer y valorar los regalos que el universo me hace a través de los dueños de mis afectos, de mis amigos, esos ángeles que encuentro en cada paso y que aparecen en mi camino siempre, para hacerme la vida más bonita, para acompañarme con presencia de guardianes espartanos.
Me permito más adioses, más abandonos, más despedidas tristes, más desgarros en el último beso, más crujidos del alma en el último abrazo; más trenes que se van, más aviones que despegan, más alforjas llenas de sueños, más lágrimas de partida, más ojos tristes, más manos diciendo “hasta la próxima”. . . Me permito el tesoro de tejer mi madeja de recuerdos y guardarlos bajo mi almohada junto a los olores, a las voces, a los colores, a las risas, a las confidencias, a la complicidad, a las mesas de tertulias infinitas y a las melodías melancólicas llenas de memorias de todas mis familias, las que me trajeron a este mundo y las otras, las que he trenzado en mi recorrido y que me sostienen como anclas.
Me permito decir “no” cuando se me da la gana y decir “sí” por lo mismo, ir sólo a donde me apetece y con quien me apetece, dormir sin un despertador, contemplar atardeceres inmensos sin prisa alguna, sumergirme en esos pensamientos que no aterrizan en ninguna parte y no enturbiar mi alma con reproches por “perder el tiempo”. . . Me permito decidir desde la libertad porque es la mejor expresión de mi voluntad y no quiero curarme de ese adictivo enganche que me supone hacer lo que quiero sin elevar consultas.
Me permito seguir gritando que el mundo está al revés y que no me gusta cómo un puñado de malabaristas le hace la vida a cuadritos al resto de la humanidad. . . Me permito quejarme y seguir diciendo que los malos no tienen corazón y que la forma tan diabólica como esos cabrones nos han hecho de intraducible el planeta es todo un fraude que subestima nuestra inteligencia y engaña nuestras esperanzas.
Me permito seguir bailando hasta que me duelan los pies sin mirar el reloj, espantando los malos presagios y sin importar si lo hago bien o mal, sin hacer caso a la gente que mira. . . Me permito ponerme el mundo por montera cada vez que me salga del moño y gritar como un pájaro en una montaña escuchando una canción que me gusta; total, este baile dura muy poco y tal vez un día mis oídos se cierren a todo compás, a toda voz, y mis piernas una mañana se nieguen a sacarme a la pista. . . Me permito más días locos, más noches lunáticas, más anocheceres convertidos en auroras; más borracheras, más copas llenas, más bohemia. . . Me permito permitirme la locura porque segundo a segundo se agota la vida y sé que cada día es ganancia, es tiempo extra de un partido en el que en cualquier penalti me tengo que ir del estadio sin tiempo siquiera para el paseíllo.
Y, pensándolo bien. . .
Alguien dijo que la vida son tres días y yo ya he vivido uno y medio. Por ello, me permito inventar mi locura y vigilarla con mis ojos de niña; mirarme a mí misma para juzgarme desde mi propia inocencia y tener memoria sólo para la bueno de ida y vuelta. . . Me permito abandonar las condenas, olvidarme de los traumas, acallar las recriminaciones internas y nunca castigarme por hacer cosas ciegas. Así es que mientras el universo decida lo contrario, voy a seguir marcando años en el calendario sin traumas, sin depres y sin angustias porque la vida es ahora y estoy aquí para ser feliz porque sí, porque es lo único que sé, es todo lo que merezco y, ¡PORQUE SE ME DA LA GANA NO TOMARME LA VIDA TAN EN SERIO!←
Tus palabras … Mi sentir ! La vida es como un nudo que poco a poco es mas facil de desatar cuando se descubre en otros lo que uno siente igual….muy placentero leerte y sentirme…Salud!!
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Muchas gracias! Y para mí es placentero saber que encuentras coincidencias en mis sentires. Gracias por tus palabras y por tu compañía en esta, tu casa, donde espero sigas desatando nudos!
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Perfect!,,❤️❤️❤️❤️
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Me encanto! La cordura no va muy acorde con la vida pero sí una buena dosis de locura.
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Veo que tienes licencia para permitírtelo y eso está «requetebién», abrazos
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