→Llegaste a su vida como una aparición que deambula por un largo pasillo sin hacer ruido, con tu andar lento, con tu paso seguro, con tus ojos de mar profundo, con tu historia a cuestas, con tu pañuelo al cuello y con tus ganas de comerte el mundo (la otra mitad que te faltaba).
Avanzaste en silencio por un lugar en el que nadie te esperaba y te sujetaste a ella cambiando su vida y trasmutando de universo a su tribu -que ya andaba parada de cabeza- para atar definitivamente su destino antiguo a tu futuro extraño, a tu presente nuevo.
Le regalaste tus sueños y ella te dio sus besos
Le escribiste un poema y ella te desbordó en abrazos
La cubriste con magia y ella te ató con versos
Le regalaste tu mundo y ella te sujetó a sus pactos
La invitaste a tu vida y se quedó contigo.
Y, entonces, los dos apostaron por un comienzo nuevo. Y la tribu soñó con un final de cuento que juntos, todos, pensaron cierto.
Pero como muchas cosas que empiezan, terminan -porque el futuro en el amor siempre es titubeante- un día, el rumor de lluvia amenazó su cielo y en un amanecer oscuro el drama les llegó en silencio. El trueno de Zeus les asaltó el paraíso con su fatal tormenta, inundó sus días y sumergió sus noches, robó sus sueños y anegó sus planes. El desamor fue a dormir a casa, anunciando a las perdices que ya era hora de abandonar el nido y ellas, sin más espera, desertaron del lecho y desolaron su mesa.
Y entonces,
Fue el tiempo en que tu mundo se convirtió en tinieblas, en que su vida se dibujó en tristeza. El tiempo en que el abandono secuestró su risa y el dolor estremeció tu vida. El tiempo en que la calma le fue esquiva y el desgarro de tus noches amanecía en locura. Y así, vinieron días que sumaron meses y ni siquiera el sol se animó a atestiguar ausencias.
Pero como muchas cosas que empiezan, terminan –porque el dolor no tiene futuro y hasta él se agota- un día, al redescubrir sus ojos se reconocieron buenos y con el paso del tiempo se reencontraron nuevos. El perdón les acercó en sus almas y la amistad les reinventó el destino.
Sin mediar palabras -ni excusas- sus almas se prometieron cariño infinito, hermandad constante y solidaridad sin pretexto.
Sin mediar palabras -ni excusas- se redescubrieron en complicidades distintas y cada uno tomó un extremo de la cuerda de la conexión fraterna con que el cosmos les unió de antaño, para aferrarse a ella como la forma lógica de caminar juntos sin volver a verse extraños. Y ataron su destino a esa cuerda para regalarse amor, de manera distinta, pero amor al fin y al cabo.
Y, entonces,
La cubriste de incondicionalidad y ella te arropó en ternura
Le prestaste tu hombro y ella te acompañó el insomnio
Le regalaste presencia y ella te regaló sus flores
Le dijiste “aquí estoy” y ella te acompaño por siempre.←
(A veces, solo a veces, los cuentos de hadas sí existen)
Preciosoooo!!!!
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Maya!, Muchas gracias, colega!
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Bibi, me encanta. Es precioso.
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Muchas gracias Aurorita!!, valoro mucho tu comentario!.
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Sencillamente genial.
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Gracias, flaco!. Me alegra que te guste lo que escribí para el «príncipe», porque a veces, solo a veces, los príncipes sí existen… ¡yo conocí uno!!!
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