Ochenta y tres veces

Nunca olvidó que eran trescientos cincuenta y seis los pasos que caminaba desde la puerta del estacionamiento de la calle Los Duendes, hasta que se sentaba en la primera silla de la barra de La Corte. Tampoco, que eran trescientos noventa y cuatro los que hacía en dirección contraria, luego de pagar las dos horas y treinta minutos de estacionamiento posterior a su encuentro con Teresa, el tercer viernes de cada mes, a las cuatro y quince de la tarde.

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El miedo es como un ladrón

La historia de Nancy es una de esas historias de vida que merece ser contada, escuchada y recordada. Una vida dedicada a los demás, al crecimiento y empoderamiento del ser humano como actor vivo de la sociedad que habita. Su empeño por conseguir una Colombia más coherente, le dejó como única alternativa el destierro obligatorio.

Esta es una de esas historias de exilio que te invito a leer en los reportajes que escribo para la Revista La 13 y que encontrarás publicados aquí.

Si no te vas

Después de deambular como un gato herido por todos los rincones, recorriendo con los ojos y acariciando con sus dedos uno a uno los objetos que Amalia -en un gesto de abandono dejó dispersos por la casa- se sentó frente al televisor y observó fijamente y con ojos aturdidos,  la negra pantalla. Sigue leyendo

Me permito la locura

Me permito seguir soltando corsés, aflojando nudos y perdiendo lastres en cada cuesta, pues para cuando mi espalda comience a curvarse, he de tener mi mochila más libre, más sutil, menos molesta, más ingrávida.

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Me permito no entrar en pánico por los kilos de más, no espantarme ante las arrugas que me va mostrando el espejo en las mañanas, no deprimirme ante la flojera de la piel, ni aterrarme ante los pasos que gradualmente se irán haciendo lentos. . . Me permito no asustarme de vivir y lo que esto implica, porque a eso vine y en ello estoy.

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Eran distintos

Nunca se prometieron nada, no tuvieron tiempo para juramentos, pero en su piel sellaron un pacto mudo, de esos que se graban antes de clarear el sol. Se conocieron para abandonarse, se encontraron para renunciarse y aun así, se dieron la ternura que los dos guardaban en los bolsillos. Sigue leyendo

Flechas al sol

images (1)La encontraste en una de esas retorcidas esquinas con las que juega la vida en tu camino. La hallaste intentando descifrar con sus artes de gitana lo que la suerte escribía en su destino. Osado te acercaste a ella y la cubriste con tus brazos cuando el otoño anunciaba que ya venían las noches de frío y tan seguro estabas de tu corazón blindado, que metiste las manos en su fuego creyendo que no te quemarías, confiado en que podías jugar sin apostarte nada. Sigue leyendo

La amenaza

«→Llevaba 56 días de haber aterrizado en el Principado de Asturias y, aunque aun no tenía claridad si mi estancia sería definitiva -o más pronto que tarde empacaría mis alforjas para deshacer pasos de regreso a mi Bogotá natal- intentaba adaptarme a los cambios, usos y costumbres del lugar con el propósito de llevar una vida de esas que se llaman normales, mientras el destino me mostraba si esa sería la ciudad en la que debía apagar motores por un tiempo. Sigue leyendo

Después de los sapos

Hay sentencias que la modernidad ha traído consigo y que me niego a hacer de ellas reglas, o normas, o ayudar para convertirlas en verdades absolutas. No quiero dejarme llevar de la mano de bulos que, como si fuese amplificador de feria, difunda y haga dictámenes sin siquiera analizar, creer en ellos o, lo que debería ser fundamental, aceptarlos. Sigue leyendo

Alquimistas postmodernos

La historia de Santos es una historia triste, como lo son todas las historias de migración obligada, como lo es la vida de los “sin papeles”; como son las circunstancias de una sociedad “tercermundista” que doblegada por la inequidad empuja a sus hijos al desarraigo y los arroja a las calles del “primer mundo”, en las que las zancadillas –puestas de mil maneras- niegan también la posibilidad de la subsistencia digna.

Crónica que me ha sido publicada en el Diario El País, y que te invito a leer aquí

Cómplices

Los amigos han llegado a mí como milagros. Son extensiones de mis distintos YO que la vida -como lo hizo Hansel con las migas de pan en el cuento de Los Hermanos Grimm- ha ido poniendo estratégicamente para que los encontrara durante el recorrido que está suponiendo mi existencia. Han estado ahí para que yo los descubriera en cada una de las circunstancias de mi senda particular. Aunque tienen muchas coincidencias entre sí, cada momento me los ha traído distintos, con inquietudes y personalidades diferentes, aunque conectados todos por ese hilo común e invisible que liga para siempre, haciéndolos únicos e irremplazables por la complicidad con que nos miramos y la profundidad con que nos amamos. Sigue leyendo